"Soy un experimento" - de Nessa Rodríguez

Nessa nos cuenta:
Este es un relato del subgénero cyberpunk, publicado en Amazon dentro de una antología benéfica que hicimos con un grupo de escritores para la Asociación del síndrome de Treacher Collins de España. La antología se llama "Fuera de Tiesto", está conformada por 48 escritores, los cuales hemos tenido que llevar a cabo un reto que consistía en hacer un relato de un género que nunca habíamos tocado antes.



Antología "Fuera de tiesto"




¿Soy un experimento?


Soy Jane Hunter, pero ¿soy un experimento?
Es una pregunta que me he estado haciendo desde hace tiempo.
Todo comenzó hace algunos meses, cuando el primer sueño me hizo despertar alterada por su intensidad; juro que parecía muy real. Mi yo del sueño se despertaba en una especie de laboratorio, estaba acostada en una camilla con cables inyectados en mi cuerpo que conectaban a diferentes máquinas. Al principio veía borroso, hasta que pude visualizar a una persona con bata mirándome desde su altura.
—Ha despertado —anunció a alguien más.
Segundos después, mis ojos se volvían a cerrar y yo despertaba en la vida real sintiendo un punzante pinchazo en mi cuello.
Ese fue el primer sueño de tantos otros. Luego, aquellos sueños comenzaron a hacerse más largos y agudos. En varias ocasiones me había despertado en esa camilla, pero sin nadie a mí alrededor, en mi último sueño he podido levantarme de esa cama y desconectarme de esos cables, pero un minuto después, alguien había vuelto a pinchar mi cuello obligándome así, a despertar en mi habitación, mareada y con un fuerte dolor en la zona afectada. He revisado mi cuello cada noche luego de despertar, pero no había rastros de alguna picadura o algo que indique que he sido inyectada.
Mi rutina diaria: levantarme a las seis de la mañana, baño, desayuno e ir al trabajo, el cual consiste en una imprenta. Los jueves, un par de horas de bar con amigos, unos amigos que, ya ni recuerdo como los he conocido.
Jueves por la noche había llegado y no contaba con muchas ganas de ir, pero no podía fallarles.
—No te ves muy bien —me dijo Will.
—Gracias —ironicé.
—Hablo en serio —insistió—. Te ves cansada. ¿Estás durmiendo bien? —indagó.
—En realidad no —confesé—. Hace días que estoy teniendo sueños extraños, me despierto en plena noche y ya no puedo volver a dormir.
—Quizás hay algo que te está molestando. Algún problema —sugirió Nicole elevando sus hombros.
—No hay ningún problema, más que tener pesadillas incoherentes.
— ¿Qué sueñas? —curioseó Will.
—Que despierto en un laboratorio y estoy conectada con cables a diferentes tipos de máquinas —conté.
—Wow, eso es… extraño. ¿Y lo sueñas cada noche?
—Sí, nada cambia excepto que a veces duran un poco más y puedo visualizar mejor el lugar —comenté.
Mi amigo Will me observaba de manera extraña, como si estuviera hilando miles de maneras para hacerme sentir mejor o simplemente, deliberando qué instituto mental es más apropiado para mí. De pronto, sus ojos brillaron como si se le hubiese ocurrido una manera para que las personas no sigan siendo sustituidas en sus puestos de trabajo por esas cosas llamadas “androides”.
—Tengo estas pastillas para poder dormir —manifestó quitando un pequeño frasco del bolsillo de su chaqueta. Lo miré elevando una ceja—. No te preocupes, son naturales. Las tomo cuando llego muy cansado y me cuesta relajarme —me explicó.
Como si en este mundo hubiese cosas naturales; desde que la tecnología avanzó considerablemente, hasta una lechuga tiene sustancias desconocidas. Estamos en el siglo XXII y si una casa tiene un poco de césped en su entrada, puedo asegurarles que es artificial, casi es inexistente que haya naturaleza a nuestro alrededor, todas las calles han sido pavimentadas y las que no, carecen de verde. La tierra es prácticamente árida.
—Las has conseguido de contrabando —acusó Nicole con grandes ojos.
—Puedes gritar más fuerte si quieres, creo que en Japón no te han escuchado.
Todos somos conscientes de la existencia de un grupo de personas que se hacen llamar “La Resistencia”, no fueron muy originales con el nombre, pero de igual manera, ellos luchan contra el gobierno y su tecnología, con sus propios métodos tecnológicos del siglo pasado, irónico, pero real. Se sabe que tienen cultivos y animales limpios de sustancias científicas para la aceleración del crecimiento. También sabemos que viven en una comunidad oculta bajo el radar; a pesar de los esfuerzos y el uso excesivo de su “tecnología”, el gobierno no ha podido dar con ellos. Son una amenaza para nuestros gobernantes, pero la sociedad media, como nosotros, los que aún conservamos nuestros trabajos, nos mantenemos al margen de tal disputa.
—Tómalas, Jane, verás que podrás dormir y descansar —me apremió Will acercando el frasco hacia mí.
Esa noche tomé una de esas pastillas. Deliberé si hacerlo o no, alrededor de media hora frente al espejo del botiquín, encerrada en mí baño como si estuviese ocultándome de algún mal. Me fui a la cama y me desperté al otro día a las seis de la mañana como todos los días. Gracias a Will y a esas pastillas, he dormido toda la noche sin rastros de pesadillas. Me sentía tan bien.
Dos semanas después, cuando voy por las pastillas, descubro que el frasco estaba vacío, estuve tentada en llamar a Will, pero decliné y traté de dormir sin medicamentos. No obtuve buenos resultados.
Al abrir los ojos me encontré nuevamente en esa camilla. Dejé que mis ojos se acostumbraran a la brillante luz del lugar, luego miré a mis lados y no había nadie cerca, ni se escuchaba nada. Me quité los cables de mi cuerpo, los cuales tenía grandes agujas que traspasaban mi piel, lo que me dolió como la mierda. A diferencia de aquella vez que me desperté sola y había llamado a cualquiera que pudiera ayudarme, me mantuve en silencio. Con dificultad, me levanté del camastro, mis piernas temblaban, supongo por los sedantes, y caminé hacia la única puerta que había. Al salir al pasillo, todo se sentía muy tranquilo, como si todo el mundo hubiese desaparecido. Apoyando las manos en la pared para  ayudarme a mantenerme en pie, ya que carecía de fuerza suficiente como para hacerlo por mi cuenta, me dirigí por el estrecho camino hacia cualquier dirección que me sacara de allí o, al menos me diera una pista de dónde me encontraba. Más adelante encontré un ventanal, era una habitación como la mía y, al igual que ocurría conmigo, había otra persona en medio del cuarto yaciendo en una camilla conectado con cables a máquinas; lo que en realidad me impresionó de ese cuadro, no fue ver otra habitación como en la que yo me había despertado, ni mucho menos que haya otra persona en mi misma situación, sino fue el ver que esa persona, era mi amigo Will. Lo quedé observando por unos minutos, no entendía lo que sucedía y por alguna loca razón no estaba del todo segura de que fuera un sueño. Pronto mi ensimismamiento desapareció en cuanto escuché voces acercarse a mí y, dejando la duda atrás, entré a esa habitación y me escondí detrás de las puertas, cerrando los ojos con fuerza como si eso me hiciera invisible. En cuanto las voces se alejaron, abrí mis ojos y lo primero que visualicé fue a Will inconsciente sobre la camilla, pensé en acercarme a él y desconectarlo, pero mi intuición me decía que no era un sueño, entonces descarté el hacerlo, no iban a tardar mucho en darse cuenta de mí ausencia. Por lo que, con cuidado y mirando hacia ambos lados del pasillo, salí de esa habitación y comencé mi escapé, nuevamente.  Recorrí el largo pasillo hasta llegar a un ascensor, es cuando me di cuenta que estaba en el piso diez. Lógicamente el bajar por el ascensor no iba a ser muy brillante, pero mi ansiedad y mi carencia de fuerzas me obligaron a entrar de igual forma. Al llegar a la planta baja, respiré profundo y recé para que nadie estuviera allí esperándome, listo para dispararme; pero no había nadie, estaba todo muy silencioso y poco después descubrí la razón, en el centro había una enorme escultura de vidrio con grandes números de color rojo marcando la hora; 3:02am. Logré hacer varios pasos hacia las enormes puertas de vidrio. Estaba tan cerca de salir de allí, cuando algo me pinchó el cuello.
Lo último que logré ver antes de desmayarme fue la palabra: “BioCi”.
Luego de despertar de esa pesadilla, me obsesioné con descubrir qué era BioCi, hasta que descubrí que, se trataba de un laboratorio de Inteligencia Computacional, eran los responsables de los tantos robots y androides que nos suplantaban. No me quedé solo con eso y fui hasta el lugar, pero, como era de esperar, no pude pasar las puertas. Tampoco me quedé solo con eso y busqué ayuda, por un momento estuve tentada en contarles a mis amigos, pero cuando nos vimos el siguiente jueves, Will me trajo más pastillas y me preguntó cómo estaba, parecía preocupado por mí y eso me hizo mantenerme callada; contesté que todo estaba bien. ¿Qué más podía hacer? De seguro, si comenzaba a hablar, le contaría que lo vi en aquel lugar y que estaba segura que no era un sueño; no tenía intenciones de que me vieran con lástima o pensaran que estaba perdiendo la cabeza. Cosa que probablemente fuese así.
Por los siguientes días, no paré de buscar a los de “La Resistencia”. Sin duda, ellos eran los únicos que podían ayudarme. Investigué todo lo que pude sobre ese laboratorio y el gobierno. Y, por supuesto, tomé las pastillas, no quería seguir tentando a mi suerte, si quería descubrir lo que estaba pasando conmigo, debía ser cuidadosa.
Una de las tantas noches en las que me pasaba en mi laptop leyendo y releyendo sobre el gobierno, BioCi y La Resistencia, ocurrió algo extraño; las luces de mi departamento se apagaron dejándome en absoluta oscuridad y la pantalla de mi portátil comenzó a titilar. Al principio no entendía lo que estaba sucediendo, luego comprendí que me estaban enviando un mensaje.
“Puente Cambridge, 2:00am”
Por varios segundos la pantalla titiló con ese mensaje, hasta que, se puso en negro y la luz volvió.
Automáticamente mis ojos viajaron al reloj, eran las 1:17am, tenía menos de cuarenta y cinco minutos para llegar. Me apresuré a salir, sin siquiera pensarlo dos veces. Dos minutos antes de que se cumpliera la hora, estaba bajo el puente. Recién ahí tuve pensamientos lógicos, como que eso podía llegar a ser una trampa de las personas de ese laboratorio y, que no tenía ni idea de lo que podría suceder a continuación.
—Nos ha estado buscando, señorita Hunter. ¿Por qué? —escuché una voz masculina en la oscuridad.
—¿Son “La Resistencia”?
—¿Qué quiere con nosotros? —preguntó sin contestar a mi pregunta.
—Cosas extrañas están pasándome —respondí y proseguí a contarle todo, sin omitir detalle alguno, mientras él me escuchaba atentamente.
—¿Quieres entras a los laboratorios BioCi?
—Quiero saber qué es lo que está pasando.
—Para eso debes entrar —Lo miré de manera extraña, ya había intentado entrar y no había resultado—. Nosotros podemos ayudarte con eso.
—¿Y por qué me ayudarían? —cuestioné con desconfianza.
—Porque conforme tú entras, nosotros acabamos con ese lugar —contestó sin reparo.
—De acuerdo —Él me regaló una sonrisa.
—Me llamo Rip, por cierto.
Poco después estaba dentro de su colonia y, puedo dar fe que, todo lo que decían con respecto a cómo vivían, era verdad y por varios días fui parte de ellos.
Los hackers, los que se encargaban de mantener el lugar escondido y se revelaban contra el gobierno, me mostraron como entrar y salir del establecimiento. Por lo que me habían dicho, iban a usar su propia tecnología contra ellos. Al principio no había entendido a qué se referían con eso, luego, una vez que estuve dentro del laboratorio, comprendí todo. Y me tocó elegir.
Entré al laboratorio por los conductos de aire, me dieron comunicadores y cosas raras, como de espías. Era muy tarde, por lo que no había personas deambulando por el lugar y todo estaba muy tranquilo, así que me mantuve lo más silenciosa posible. Al llegar al piso diez, en el que estuve en mi “sueño”, hice los mismos pasos que había hecho aquella vez. Llegué a la habitación en donde se encontraba Will y, seguía ahí. Podía escuchar los rápidos latidos de mi corazón galopar en mis oídos, esto no estaba bien. Seguí hasta la habitación en la cual me había despertado y, me sentí mareada, me estaba viendo a mí misma acostada en esa camilla. ¿Cómo podía ser? ¿Qué era lo que estaba pasando?
Entré y caminé hasta a la cama, la mujer que yacía en ese camastro tenía hasta mis mismas pecas sobre la nariz. Observé los cables y las máquinas, estaba a punto de desconectarla cuando escuché la voz de Will a mi espalda.
—Yo no haría eso —Salté del susto y me giré rápidamente.
—¿Qué está pasando, Will? —Cada vez estaba más asustada. — ¿Quién es?
—Eres tú, Jane.
—¿Cómo…? No —negué confundida y temerosa.
—Ella es la humana y tú eres la inteligencia computacional —entonó.
—Dices que soy… No, no puede ser —sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla, la barrí con mi mano y la observé por un momento—. Si fuese así no podría llorar. Los robots no lloran.
—No eres un robots, Jane, eres inteligencia artificial, puedes hacer exactamente todo lo que hace un humano. Hasta enamorarte.
—¿Tú eres…?
—Sí.
— ¿Cómo?
—La teoría de que el alma está en nuestro sistema límbico, más precisamente en la amígdala, ya no es más una simple teoría. Esa parte de nosotros es la que transportan a estos inmortales cuerpos androides. Solo piensa en esto, Jane. No puedes morir. Jamás —no podía creer todo lo que me estaba diciendo. Era una completa locura.
—Todo está listo, señorita Hunter —escuché a través de mi comunicador.
—Lo sabían —susurré, claramente a las personas detrás de mi comunicador.
—¿De qué hablas? —indagó Will, confundido.
—Así es y debes elegir —No había remordimiento en la voz de Rip, a pesar de haberme usado—. Si quieres acabar con ellos, solo di la palabra y te sacaremos de allí. Recuerda que tu cuerpo real es el que está inconsciente. Pero nosotros queremos que conserves ambos, de esa manera podrás ayudarnos a acabar con todas las células del gobierno. Si dices sí, alguien irá por ti. —Lo pensé dos segundos antes de aceptar, iba a terminar con esta locura.
El androide de Will cayó al suelo como si se hubiese desmayado, rápidamente, dos hombres de la resistencia entraron, me dijeron que iba a estar inconsciente por un momento, luego me desconectaron. Cuando desperté estaba sobre los brazos de uno de ellos, alejándonos del edificio en llamas. Al mirarme estaba con la bata y no con la ropa negra que me habían dado para escabullirme dentro del laboratorio. Estaba en mi cuerpo real.
Esa noche acabamos con una célula del gobierno, tal cual había dicho Rip, y pude ver como sacaron a muchas personas que, aparentemente estaban en mi misma situación, solo que ellos, no tenían sus dos cuerpos.
A partir de ese momento, me convertí en una pieza esencial para la resistencia, con mi ayuda comenzamos a desmantelar al gobierno y su tecnología.
Soy Jane Hunter y sí, soy un experimento.




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