Reseña "El revés de las lágrimas", de Cristina Loza - por Sonia Pericich


El revés de las lágrimas

Sinopsis: Damiana es joven, bella y está enamorada. Adorada y mimada por su padre, próspero comerciante cordobés, su madre y su niñera, la mulata Nazarena, nada parece faltarle. El casamiento con Conrado, el amor de sus sueños, completa el cuadro de felicidad y plenitud. Celebrada la boda, los recién casados parten a la estancia de frontera que será su hogar. Pero inesperadamente un malón cae sobre la estancia sembrando muerte y destrucción, y llevándose en la retirada a Damiana.
Perdida entre dos mundos antagónicos, “su espléndido pasado cosmopolita y su presente como cautiva en el desierto ranquel”, Damiana intenta construirse un nuevo destino a partir del dolor. En su increíble capacidad de amar y ser amada se cifra su única salvación.


Año 1868 en Argentina, y Nazarena, que quiere y protege a Damiana como si fuera hija suya, decide consultar en las entrañas de un pollo el futuro de la joven, a raíz de un sueño que esta ha tenido. Temerosa, ve algo que no le agrada en lo absoluto y decide rezarle a todos los dioses, incluso al Jesús de la niña, para que se rompa el embó.
“El revés de las lágrimas” es una novela que nos traslada al pasado, de esas que nos gustan a aquellos que detestamos (por decirlo de alguna manera) los libros de historia tradicionales, pero “queremos saber”. Tanto con
personajes ficticios como reales, dentro de los cuales destaca por su protagonismo el coronel Lucio V. Mansilla, y a través de la experiencia de Damiana con los ranqueles, la autora nos cuenta qué estaba sucediendo en aquellos años en territorio argentino. 
Lucio V. Mansilla fue también periodista y escritor, y una de sus obras más reconocidas es “Una excursión a los indios ranqueles”, porque de verdad ha estado allí. Lucio V. conoce a Damiana en “El revés de las lágrimas” y se lamenta de no poder hablar de ella cuando escriba sobre sus experiencias. La autora logra con esto que al lector lo invada una duda: ¿será que Damiana realmente existió y él sí la nombra en su libro en algún momento? ¡Habrá que leer el libro de Mansilla!

La cadencia de Cristina Loza al escribir embelesa, tanto que muchas noches he tenido que cerrar el libro por obligación ante mis responsabilidades matutinas; sin embargo, también su prosa poética me ha resultado un poco molesta en los inicios del libro. Pero esto tiene una explicación muy simple, y es el hecho de que las descripciones de un escenario al inicio de cada párrafo (cuando el escenario es el mismo durante un año) me resultaron algo innecesarias. Le he llegado a gritar al libro “¡Ya sé que está en el medio de la nada!” (sí, le hablo a los libros, ¿es raro?), pero como dije, me sucedió solo al principio. Luego me dejé atrapar por la historia y ya no me volvió a pasar.
El lenguaje formal (aunque me resultó la mejor elección tratándose de una novela histórica) me puso algunas trabas, porque cada palabra me empujó a buscar su significado en el contexto (y en Google) y muchas veces no lo encontré, pero el estilo de narrar no tiene complicación alguna (más que la de los diálogos que comentaré más abajo) así que tampoco fue algo que me impidiera disfrutar y comprender la totalidad de la historia. Tarde me di cuenta de comenzar a escribir en un cuaderno cuanta palabra rara encontrase, así que lo tendré en cuenta para mis futuras lecturas.
Con respecto a los diálogos, la autora los presenta dentro del mismo párrafo y en letra cursiva. Sin raya, sin cambio de renglón, sin puntuación alguna más que la del diálogo en sí. La mayoría de las veces se entiende a la perfección quién habla, y como herramienta ayuda mucho a mantener en la lectura esa cadencia que resalto, pero en cuanto hay más de dos personas involucradas (más las traducciones de las palabras en lengua ranquel), uno trastabilla un poco y pierde el ritmo. Nada grave, pero a mí, que escucho a los personajes en mi cabeza, me obligaba a retroceder para cambiar de voz. Quizás reformular el párrafo para evitarlo no hubiese sido algo trabajoso. 
Sobre esto mismo (los diálogos) puedo decir, de cualquier manera, más cosas buenas que malas. El dominio de la autora en lo referido a las lenguas involucradas en esta historia (tanto de la mulata Nazarena como de los ranqueles) es maravilloso, y lo dosifica delicadamente a la par de todas las demás pinceladas de cultura que condimentan la novela.
El epílogo fue, quizás, algo confuso. Me dio la sensación de que en algún momento de la historia el protagonista pasó a ser Lucio V. Mansilla, dejando a Damiana en un segundo plano. Y si bien es cierto que la novela pudo haber sido narrada desde dos puntos de vista, que el epílogo sea él hablando sobre sus últimos días me descolocó.
Otra cosa que me confundió bastante es la imagen de la portada. Instantáneamente uno asume que se trata de Damiana, sin embargo la autora la describe "de pelo negro y ojos azul-violeta". Esto hizo que mi Damiana fuera "un camaleón sin rostro" a lo largo de toda la novela. Definitivamente, no me declaro fan de los rostros en las portadas.
¿Errores de edición? Sí, algunos. Y como siempre digo, a todos nos puede pasar; pero esta es la quinta edición y es un libro de editorial. Solo dejaré este dato por aquí para aquellos que creen que publicar por editorial es garantía de excelencia.


Le he dado a “El revés de las lágrimas” cuatro estrellas en Goodreads. A pesar de que la novela me gustó mucho (¡sí, me gustó! El hecho de que les cuente los detalles que me molestaron un poco no significa que no me haya gustado), la quinta me la reservo para obras que me sorprendan. Ya saben que es lo que siempre espero encontrar en las historias.
¿La recomiendo? ¡Claro! Sobre todo a los argentinos amantes de los romances históricos. Siempre recomendaré leer esta y todas las novelas que reseñe, porque mi opinión no es una verdad absoluta. 

Dejo el enlace a la obra en Goodreads para que consulten otras reseñas.






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