30 de febrero (Viajes en el tiempo) - de Pablo Rojas


22/9/2016 Damián estaba entrando en su casa, un apartamento no muy lujoso de un dormitorio cerca del centro de la ciudad. Apenas abrió la puerta, dejó su mochila tirada en el suelo. Lo primero que hizo fue tirarse sobre su cama sin quitarse la ropa, se tapó los ojos con sus brazos mientras la tristeza lo invadía. Hoy cumplió un mes de la ruptura con su novia, por algún motivo Gloria dejó de escribirle y hablarle, y su relación de dos años cayó a la basura de un momento a otro. Ellos siempre fueron felices juntos, y no comprendía como de la nada todo se derrumbó. No solo eso, el 30/8/2016 se le fue dado de baja de su trabajo, donde llevaba dos años allí, y recientemente ascendido en un local de venta de ropa en un centro comercial. Fue el peor mes de su vida, su trabajo y su relación se habían derrumbado. Horas después su celular sonó, en la pantalla apreció el número de su abuela. Lo observó por algunos segundos, no quería contestar, ya que no quería hablar con nadie. Pero algún día tendría que darle la noticia a ella, aun no lo sabía.
—Abuela. ¿Cómo estás? —Contestó al fin. Intentó ser normal al hablar, pero fue más que obvio su tono de voz apagado.
—Damián. Estás desaparecido. ¿Te sucede algo? No he sabido nada de ti ni de Gloria —Damián tomó coraje, se lo tenía que decir. Rebuscó en su cabeza la manera más leve de darle la noticia. Tras una pausa se decidió.
—Lo siento abuela, verás. Pasaron algunas cosas… —Un nudo en su garganta no lo dejó continuar, su intención era
dar la noticia sin dar señal de angustia.
—Nieto. Dímelo —El tono consolador de su abuela, esa mezcla de frescura y ternura al hablar, lo calmó.
—No funcionó la relación con Gloria —dijo serio. Cerró sus ojos, contuvo sus emociones—. Terminamos —continuó él.
—Bien, no necesitas darme los detalles. Cuando quieras verme solo hazlo, no te sientas presionado —ella comprendía a su nieto, sabía cómo tratarlo.
—Gracias, en algún momento te iré a ver —suspiró.
—¿Cómo vas con tu nuevo cargo en tu trabajo? —Cambiar el tema no fue buena idea.
—Bien, luego te contaré —mintió, no tenía más su trabajo.
—Bien nieto, te dejaré descansar. Besos —cortó la llamada.
Damián observó su celular meticulosamente, y rompió su calma al arrojarlo violentamente contra la pared.
—¡Mierda con Gloria! —Gritó él. Mientras la tapa se abrió, su batería se desprendió como el chip salió volando—. ¿Qué acaso al portarme bien con ella se aburrió? No lo entiendo —se agitó de ira, al mismo tiempo que sus fosas nasales se dilataron. Se sentó sobre los pies de su cama, escondió su cabeza entre sus manos, casi que se arrancaba los cabellos. Dejó escapar varias lágrimas, de dolor, ira, e impotencia—. ¿Qué hice para merecer esto? —Dijo triste.
Al desviar la vista a su mesa de luz, se percató de un llavero con forma de reloj. No lo reconoció, pero sospechó que Gloria se lo dejó allí, era la única con copia de la llave de su apartamento.
—¿Qué me habrá querido decir con esto? —Dijo mirando el llavero. Pero no se tomó mucho tiempo en seguir pensando en algo que no le devolvería a su novia. Exnovia mejor dicho.
Llegada la tarde sale en busca de trabajo, fue hasta el mismo centro comercial donde trabajó. Vestido con una sutil camisa blanca y corbata azul, zapatos negros y pantalón formal de igual color. Dejó varios curriculum en algunos locales con esperanzas de remediar su vida rota. Llegó a uno de ventas de antigüedades, antes de entrar en él concentrado en las antigüedades en la vidriera, decidió ingresar. Pero comenzó a caminar antes de desviar su vista de la mercadería, y choca contra una joven rubia que iba hablando por teléfono. Se pecharon por accidente pero nadie cayó.
—Disculpe —dijo Damián al enrojecerse. Pero ella siguió sin ni siquiera hablarle, solo lo observó brevemente de arriba a abajo, y no de la manera más gentil. Su rostro decía “idiota”.
Finalmente entró en la tienda, donde al verse con el locatario lo recibió como si ya lo conociera. Un sujeto mayor, su vejez daba a entender pasar notoriamente los 60 años. Sus canas y las patas de gallos a los lados de los ojos lo reafirmaban.
—Damián —llamó firme el hombre—. Te dije que esto iba a pasar —continuó sonriente.
—Disculpe, ¿acaso lo conozco? —Consultó dudoso. Si bien conocía a varias personas de ese centro comercial, no reconocía a ese anciano. Pero de lo que sí era seguro, es que el anciano sí lo conocía a él.
—Tal y como te dije, te has quedado sin trabajo y sin novia, y de ello no puedes escapar —contó el anciano con normalidad.
—Óigame usted, ¿de dónde me conoce y cómo sabe mi situación? —Preguntó atento y firme, no le daba buena fe que un desconocido lo trate de esa manera, menos aún con esa sobre confianza.
—Esta es la segunda vez que te veo a ti, pero la primera vez que tú me vez a mí —explicó el hombre.
—¿Acaso Gloria te mandó a seguirme? —Apuró sus palabras, ya sus ojos vidriosos y su agitar en la respiración, anunciaban que le daría un golpe si seguía tan misteriosamente hablando.
—Mira, toma esto —dijo el hombre. Y fue que le dio un collar de cadena de oro, donde pendía un extraño artefacto metálico. Era una especie de reloj de agujas muy común, el cual funcionaba correctamente. Alrededor de él tenía dos círculos metálicos, con números en cada uno. Al verlos, se percató que el del interior tenía 31 números, el siguiente 12.
—Un reloj con almanaque, que ingenioso pero no vengo a comprar nada señor —expresó repugnantemente.
—¿Y quién dijo que te lo vendería? —Rio el anciano.
—¿Para qué se toma molestias en mostrármelo? No me interesa —ya su paciencia se agotaba.
—Te lo regalo, con este reloj podrás viajar en el tiempo en la época que tú quieras. Hasta un año hacía adelante o un año hacía atrás, no más de eso.
—¿Pero qué estupidez está hablando? —Levantó el tono de su voz Damián, la situación ya lo ponía incómodo.
—Mira funciona así —dijo el viejo al tomar del reloj—. Mueves las manecillas hacía atrás o adelante, las agujas son dobles, la hora que te marca es la actual. Al mover las manecillas, las dobles agujas que se encuentran debajo se moverán, también puedes hacerlo con el día y el mes, solo gira los círculos marcando la fecha en la flecha de arriba.
—Qué interesante —dijo sarcástico Damián, su respuesta fue la pura evidencia de que menos le creía.
—Vamos, pruébalo —ofreció el viejo—. Solo sentirás un pequeño mareo, y el momento donde viajes será en el mismo espacio físico.
Damián sin creerle, movió la manecilla diez minutos atrás. Un pequeño bamboleo sintió, pero nada más.
—¿Y ya, así nada más? —Dijo Damián.
—¿De dónde saliste? —Dijo el viejo a punto de entrar en estado de shock. Se le escapaban los ojos de sus parpados.
—No te hagas el estúpido viejo de mierda, a mí con historias de viajes en el tiempo no me burlas.
—¡Tienes el reloj! —Exclamó él al verlo en su mano. Sus ojos se abrieron con sorpresa, luego una sonrisa, una sonrisa de aceptación—. Por lo que dice el reloj, vienes desde diez minutos del futuro —apreció la diferencia entre las agujas.
—Si de verdad pudiera viajar en el tiempo, volvería con mi novia y no perdería mi trabajo —sonreía cínicamente al morderse los labios, y un nudo en su garganta que casi no lo deja respirar.
—Por más que puedas viajar en el tiempo, nunca podrás cambiar nada de él, la línea de tiempo es única e intocable —dijo ya serio aquel hombre. Su mirada se transformó de un momento a otro.
—¿Sabe qué? Gracias por el regalo, adiós —se despidió Damián llevándose el reloj.
—Nos volveremos a ver —dijo el anciano mientras Damián se alejaba.
Damián se retiró por la puerta del local, y al salir, vio a la misma joven caminar hacia la tienda. Aquella rubia hablando por teléfono que ya se había chocado por accidente. Se alejó un poco, miró hacía la vidriera y su corazón comenzó a latir a mil al verse a sí mismo fuera de la tienda.
—¿Qué mierda está pasando? —Se dio cuenta que lo que le dijo el hombre es verdad, y no demoró en verse a él, al su “yo del pasado”, chocar con la chica como él recordó. Se vio entrar en la tienda, y tras esto comenzó a manipular el reloj, lo tocaba experimentando en él pero nada pasaba.
—¿Cómo funciona esta cosa? —Le temblaban las manos, pero nada lograba.
Finalmente manipula las manecillas, y vuelve la hora de origen superponiéndose las agujas. Y en un mareo nuevamente leve, decidió volver a entrar en la tienda.
—Sorprendido —recibió el hombre, al ver sus ojos perplejos.
—¿De verdad viajé en el tiempo? —Preguntó Damián con los ojos desorbitados.
—Claro que lo has hecho. Ahora te das cuenta por qué sabía de tu situación amorosa y laboral. Puesto que la primera vez que tú me viste, fue la segunda para mí, y viceversa.
—Eso no explica como sabes mi nombre.
—Lo dice en la parte de arriba de tu curriculum —dijo con tono de obviedad.
—Entonces, puedo volver al pasado, y solucionar todos mis problemas —dijo emocionado, estaba como un niño en una dulcería.
—No puedes —engraveció el tono de voz el hombre, era como si ya lo hubiera intentado.
—Explícame por qué.
—Imaginemos que tu madre murió hace cuatro meses. Tú viajas al pasado y evitas su muerte. Por ende, tu “yo del pasado” sigue con su madre viva. A esto ese “yo del pasado” no tendrá motivo alguno para salvar a su propia madre, y cuando se convierta en ti en la misma fecha en la que has viajado no lo hará, porque su madre está viva. Es la paradoja del tiempo —contó el hombre.
—Es como la paradoja de los abuelos, si yo evito que mis abuelos se conozcan, mi madre no nacerá y yo no lo haré, entonces nadie evitaría que ellos se conozcan —dijo calculador Damián.
—Como tú lo has dicho.
—No hay problema —dijo Damián con una extraña sonrisa.
—Hay algo más —detuvo el hombre.
—Dímelo.
—Los viajes son de ida y vuelta. Desde tu presente viajas al futuro o pasado, pero si tú quieres ir a otra época, primero tienes que volver a tu presente y luego tomar otro viaje. Aunque lo intentes el reloj no te lo permitirá. La línea de tiempo de tu presente seguirá transcurriendo tal cual tú. Esto quiere decir que si a las 15:00 viajas un día al pasado y permaneces 30 minutos, volverás 15:30 en tu presente correspondiente, ambas agujas se moverán simultáneamente.
—Es un buen dato, gracias por el regalo —dijo al retirarse. Asombrado por la emoción de emprender viajes en el futuro y pasado.



✴  ✴  ✴

¿Quieres seguir leyendo esta historia? Puedes adquirirla en físico o digital AQUÍ (Amazon) o en físico AQUÍ (Autores Editores)
Conoce más sobre Pablo Rojas y sus obras AQUÍ






No hay comentarios:

Publicar un comentario