22/9/2016 Damián estaba entrando en su casa, un
apartamento no muy lujoso de un dormitorio cerca del centro de la ciudad.
Apenas abrió la puerta, dejó su mochila tirada en el suelo. Lo primero que hizo
fue tirarse sobre su cama sin quitarse la ropa, se tapó los ojos con sus brazos
mientras la tristeza lo invadía. Hoy cumplió un mes de la ruptura con su novia,
por algún motivo Gloria dejó de escribirle y hablarle, y su relación de dos
años cayó a la basura de un momento a otro. Ellos siempre fueron felices
juntos, y no comprendía como de la nada todo se derrumbó. No solo eso, el
30/8/2016 se le fue dado de baja de su trabajo, donde llevaba dos años allí, y
recientemente ascendido en un local de venta de ropa en un centro comercial.
Fue el peor mes de su vida, su trabajo y su relación se habían derrumbado.
Horas después su celular sonó, en la pantalla apreció el número de su abuela.
Lo observó por algunos segundos, no quería contestar, ya que no quería hablar
con nadie. Pero algún día tendría que darle la noticia a ella, aun no lo sabía.
—Abuela. ¿Cómo estás? —Contestó al fin. Intentó ser
normal al hablar, pero fue más que obvio su tono de voz apagado.
—Damián. Estás desaparecido. ¿Te sucede algo? No he
sabido nada de ti ni de Gloria —Damián tomó coraje, se lo tenía que decir.
Rebuscó en su cabeza la manera más leve de darle la noticia. Tras una pausa se
decidió.
—Lo siento abuela, verás. Pasaron algunas cosas… —Un
nudo en su garganta no lo dejó continuar, su intención era
dar la noticia sin
dar señal de angustia.
—Nieto. Dímelo —El tono consolador de su abuela, esa
mezcla de frescura y ternura al hablar, lo calmó.
—No funcionó la relación con Gloria —dijo serio. Cerró
sus ojos, contuvo sus emociones—. Terminamos —continuó él.
—Bien, no necesitas darme los detalles. Cuando quieras
verme solo hazlo, no te sientas presionado —ella comprendía a su nieto, sabía
cómo tratarlo.
—Gracias, en algún momento te iré a ver —suspiró.
—¿Cómo vas con tu nuevo cargo en tu trabajo? —Cambiar
el tema no fue buena idea.
—Bien, luego te contaré —mintió, no tenía más su
trabajo.
—Bien nieto, te dejaré descansar. Besos —cortó la
llamada.
Damián observó su celular meticulosamente, y rompió su
calma al arrojarlo violentamente contra la pared.
—¡Mierda con Gloria! —Gritó él. Mientras la tapa se
abrió, su batería se desprendió como el chip salió volando—. ¿Qué acaso al
portarme bien con ella se aburrió? No lo entiendo —se agitó de ira, al mismo
tiempo que sus fosas nasales se dilataron. Se sentó sobre los pies de su cama,
escondió su cabeza entre sus manos, casi que se arrancaba los cabellos. Dejó
escapar varias lágrimas, de dolor, ira, e impotencia—. ¿Qué hice para merecer
esto? —Dijo triste.
Al desviar la vista a su mesa de luz, se percató de un
llavero con forma de reloj. No lo reconoció, pero sospechó que Gloria se lo
dejó allí, era la única con copia de la llave de su apartamento.
—¿Qué me habrá querido decir con esto? —Dijo mirando
el llavero. Pero no se tomó mucho tiempo en seguir pensando en algo que no le
devolvería a su novia. Exnovia mejor dicho.
Llegada la tarde sale en busca de trabajo, fue hasta
el mismo centro comercial donde trabajó. Vestido con una sutil camisa blanca y
corbata azul, zapatos negros y pantalón formal de igual color. Dejó varios
curriculum en algunos locales con esperanzas de remediar su vida rota. Llegó a uno
de ventas de antigüedades, antes de entrar en él concentrado en las
antigüedades en la vidriera, decidió ingresar. Pero comenzó a caminar antes de
desviar su vista de la mercadería, y choca contra una joven rubia que iba hablando
por teléfono. Se pecharon por accidente pero nadie cayó.
—Disculpe —dijo Damián al enrojecerse. Pero ella
siguió sin ni siquiera hablarle, solo lo observó brevemente de arriba a abajo,
y no de la manera más gentil. Su rostro decía “idiota”.
Finalmente entró en la tienda, donde al verse con el
locatario lo recibió como si ya lo conociera. Un sujeto mayor, su vejez daba a
entender pasar notoriamente los 60 años. Sus canas y las patas de gallos a los
lados de los ojos lo reafirmaban.
—Damián —llamó firme el hombre—. Te dije que esto iba
a pasar —continuó sonriente.
—Disculpe, ¿acaso lo conozco? —Consultó dudoso. Si
bien conocía a varias personas de ese centro comercial, no reconocía a ese
anciano. Pero de lo que sí era seguro, es que el anciano sí lo conocía a él.
—Tal y como te dije, te has quedado sin trabajo y sin
novia, y de ello no puedes escapar —contó el anciano con normalidad.
—Óigame usted, ¿de dónde me conoce y cómo sabe mi
situación? —Preguntó atento y firme, no le daba buena fe que un desconocido lo
trate de esa manera, menos aún con esa sobre confianza.
—Esta es la segunda vez que te veo a ti, pero la
primera vez que tú me vez a mí —explicó el hombre.
—¿Acaso Gloria te mandó a seguirme? —Apuró sus
palabras, ya sus ojos vidriosos y su agitar en la respiración, anunciaban que
le daría un golpe si seguía tan misteriosamente hablando.
—Mira, toma esto —dijo el hombre. Y fue que le dio un
collar de cadena de oro, donde pendía un extraño artefacto metálico. Era una
especie de reloj de agujas muy común, el cual funcionaba correctamente. Alrededor
de él tenía dos círculos metálicos, con números en cada uno. Al verlos, se percató
que el del interior tenía 31 números, el siguiente 12.
—Un reloj con almanaque, que ingenioso pero no vengo a
comprar nada señor —expresó repugnantemente.
—¿Y quién dijo que te lo vendería? —Rio el anciano.
—¿Para qué se toma molestias en mostrármelo? No me
interesa —ya su paciencia se agotaba.
—Te lo regalo, con este reloj podrás viajar en el
tiempo en la época que tú quieras. Hasta un año hacía adelante o un año hacía
atrás, no más de eso.
—¿Pero qué estupidez está hablando? —Levantó el tono
de su voz Damián, la situación ya lo ponía incómodo.
—Mira funciona así —dijo el viejo al tomar del reloj—.
Mueves las manecillas hacía atrás o adelante, las agujas son dobles, la hora
que te marca es la actual. Al mover las manecillas, las dobles agujas que se
encuentran debajo se moverán, también puedes hacerlo con el día y el mes, solo
gira los círculos marcando la fecha en la flecha de arriba.
—Qué interesante —dijo sarcástico Damián, su respuesta
fue la pura evidencia de que menos le creía.
—Vamos, pruébalo —ofreció el viejo—. Solo sentirás un
pequeño mareo, y el momento donde viajes será en el mismo espacio físico.
Damián sin creerle, movió la manecilla diez minutos
atrás. Un pequeño bamboleo sintió, pero nada más.
—¿Y ya, así nada más? —Dijo Damián.
—¿De dónde saliste? —Dijo el viejo a punto de entrar
en estado de shock. Se le escapaban los ojos de sus parpados.
—No te hagas el estúpido viejo de mierda, a mí con historias
de viajes en el tiempo no me burlas.
—¡Tienes el reloj! —Exclamó él al verlo en su mano.
Sus ojos se abrieron con sorpresa, luego una sonrisa, una sonrisa de aceptación—.
Por lo que dice el reloj, vienes desde diez minutos del futuro —apreció la diferencia
entre las agujas.
—Si de verdad pudiera viajar en el tiempo, volvería
con mi novia y no perdería mi trabajo —sonreía cínicamente al morderse los
labios, y un nudo en su garganta que casi no lo deja respirar.
—Por más que puedas viajar en el tiempo, nunca podrás
cambiar nada de él, la línea de tiempo es única e intocable —dijo ya serio
aquel hombre. Su mirada se transformó de un momento a otro.
—¿Sabe qué? Gracias por el regalo, adiós —se despidió
Damián llevándose el reloj.
—Nos volveremos a ver —dijo el anciano mientras Damián
se alejaba.
Damián se retiró por la puerta del local, y al salir,
vio a la misma joven caminar hacia la tienda. Aquella rubia hablando por teléfono
que ya se había chocado por accidente. Se alejó un poco, miró hacía la vidriera
y su corazón comenzó a latir a mil al verse a sí mismo fuera de la tienda.
—¿Qué mierda está pasando? —Se dio cuenta que lo que
le dijo el hombre es verdad, y no demoró en verse a él, al su “yo del pasado”,
chocar con la chica como él recordó. Se vio entrar en la tienda, y tras esto comenzó
a manipular el reloj, lo tocaba experimentando en él pero nada pasaba.
—¿Cómo funciona esta cosa? —Le temblaban las manos,
pero nada lograba.
Finalmente manipula las manecillas, y vuelve la hora
de origen superponiéndose las agujas. Y en un mareo nuevamente leve, decidió
volver a entrar en la tienda.
—Sorprendido —recibió el hombre, al ver sus ojos
perplejos.
—¿De verdad viajé en el tiempo? —Preguntó Damián con
los ojos desorbitados.
—Claro que lo has hecho. Ahora te das cuenta por qué
sabía de tu situación amorosa y laboral. Puesto que la primera vez que tú me
viste, fue la segunda para mí, y viceversa.
—Eso no explica como sabes mi nombre.
—Lo dice en la parte de arriba de tu curriculum —dijo
con tono de obviedad.
—Entonces, puedo volver al pasado, y solucionar todos
mis problemas —dijo emocionado, estaba como un niño en una dulcería.
—No puedes —engraveció el tono de voz el hombre, era
como si ya lo hubiera intentado.
—Explícame por qué.
—Imaginemos que tu madre murió hace cuatro meses. Tú
viajas al pasado y evitas su muerte. Por ende, tu “yo del pasado” sigue con su
madre viva. A esto ese “yo del pasado” no tendrá motivo alguno para salvar a su
propia madre, y cuando se convierta en ti en la misma fecha en la que has viajado
no lo hará, porque su madre está viva. Es la paradoja del tiempo —contó el
hombre.
—Es como la paradoja de los abuelos, si yo evito que
mis abuelos se conozcan, mi madre no nacerá y yo no lo haré, entonces nadie evitaría
que ellos se conozcan —dijo calculador Damián.
—Como tú lo has dicho.
—No hay problema —dijo Damián con una extraña sonrisa.
—Hay algo más —detuvo el hombre.
—Dímelo.
—Los viajes son de ida y vuelta. Desde tu presente
viajas al futuro o pasado, pero si tú quieres ir a otra época, primero tienes
que volver a tu presente y luego tomar otro viaje. Aunque lo intentes el reloj
no te lo permitirá. La línea de tiempo de tu presente seguirá transcurriendo
tal cual tú. Esto quiere decir que si a las 15:00 viajas un día al pasado y
permaneces 30 minutos, volverás 15:30 en tu presente correspondiente, ambas
agujas se moverán simultáneamente.
—Es un buen dato, gracias por el regalo —dijo al
retirarse. Asombrado por la emoción de emprender viajes en el futuro y pasado.
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