"Apartamentos Fifi: Caution" - Capítulo 1


Capítulo 1
FIFI


Cómo pasa el tiempo, ya estamos otra vez en verano. Esto de ser un ente tiene sus ventajas, sin embargo, el concepto del tiempo no es una de ellas. Parece que fue ayer cuando estábamos todos juntos. Echo de menos tocarlos, acariciarlos, extender la palma de mi mano y rozar sus mejillas para reconfortarlos. ¡Basta de sensiblería, Fifi!
Debería contentarme con poder disfrutar de ellos, aunque sea de otra manera, y con tener una nueva oportunidad de cuidarlos. Esta es mi nueva condición y la voy a disfrutar al máximo como lo he hecho todo en esta vida, y ahora, en la otra. Una tiene que apechugar con lo que le toca. Además, mi parte cotilla está contentísima: puedo enterarme de todo lo que pasa y sin preguntar o sonsacar.
Como no tengo muy clara cuál es mi
función en esta nueva vida, he determinado que voy a dedicarme a aquello que más me gusta. No, no es bailar sobre la barra, ya os gustaría ver mi cuerpo serrano ondular con esta gracia que tengo, pero no, esa etapa la dejé atrás en mis años mozos. Ahora, intentaré conseguir que mis polluelos estén felices. Esa será mi misión.
Mi cometido con Carlos y Helena terminó con mi plena satisfacción, y con la suya. Me queda conseguir «colocar» a los otros dos. Cuando eso suceda, me daré por satisfecha.
Carlos y Helena se han ido de vacaciones. Unas vacaciones muy merecidas. Han tenido unos años muy duros. Se conocieron, se odiaron, se amaron, se separaron y se reconciliaron. En medio, mi muerte, hacerse cargo de todo el negocio y aprender a confiar de nuevo el uno en el otro. Demasiado estrés. Solo de recordarlo me canso y por poco me da un ataque de ansiedad. ¿Dónde va la gente muerta que se muere?
A mi perrito lo han dejado bajo los cuidados de José, y no se llevan muy bien que digamos. Vodka es de gustos selectos y José, aunque adora a los animales, lo ve como un perro y no como el pequeño lord que Vodka cree que es. Y claro, eso al pobre le molesta. Sintiéndolo mucho, hasta que Helena y Carlos no vuelvan de su viaje tendrá que conformarse. Además, eso nos facilita nuestra labor a la hora de seguir sus movimientos. Vodka no está atento a las ventajas, solo piensa en su comodidad, no en el objetivo.
A José lo noto estos días más alicaído. Siempre ha sido un niño muy pícaro y divertido. De un tiempo a esta parte su aura está más turbia. Cuando estuve enferma, me llamaba todos los días para saber de mí. Al principio, solo me contaba cosas superficiales sobre su vida. Posteriormente, se fue abriendo mucho más. En su día le di algunos consejos que me consta que está poniendo en práctica o, al menos, intentándolo. Necesita mucha ayuda y yo se la daré. ¡Decidido!, mi nuevo proyecto será él antes de que lo pierda en favor del lado oscuro.
José ha terminado sus estudios de empresariales hace poco. Así que ahora no se dedicará tanto a la noche. Siempre ha sido el as en la manga de Andrés, su exjefe. Ha sabido potenciar su físico y su peculiar imagen, que no dejan a nadie indiferente; y si además le unimos que su padre es un peso pesado en la comunidad, José se vuelve una apuesta segura para atraer, a estas fiestas pijas y elitistas, a lo más granado de la élite social. Pero con su actual estado anímico tampoco se permite muchas fiestas, debe sentirse acosado por muchos de sus demonios.
Últimamente, casi no sale en las revistas del corazón posando con las niñas ricas, y mira que le gusta eso de coquetear, aunque creo que lo hace solo para enfadar a su padre. Tendré que decirle a Vodka que estreche más el cerco, necesitamos estar pegados para poder actuar sobre él y averiguar cómo ayudarlo.
Respecto a los apartamentos nunca han ido tan bien. Son tan prósperos que se han decidido a abrir unos nuevos. Gracias a los contactos de José consiguieron el solar de al lado a un precio bastante asequible, toda una proeza. José hizo un poco de magia —se aprovechó de los contactos de su padre—, de esa que conlleva una foto por allí, una historia comprometida por allá, una llamadita estratégica acullá… No es muy ético, pero se ha hecho desde que el mundo es mundo. Por una vez, somos nosotros los que nos aprovechamos un poquito de los huecos del sistema.
Al principio, Carlos, José y Alicia, y por extensión Helena, pensaron en una arquitecta muy prestigiosa para que llevara a cabo las obras. Finalmente, y debido a la agenda tan apretada que tenía, la descartaron en favor de una multinacional que lleva muchísimas obras por la costa. La elección fue costosa porque la competencia es voraz.
La empresa ECons, S. L., (Ecological Construction), destacó por ser una empresa que diseña viviendas bioclimáticas —no sé qué significa, pero suena muy cosmopolita—, respetuosas con el medio ambiente y con alta eficiencia energética, pero sin descuidar la última tecnología y comodidades. Todas esas cositas parecen una chorrada, sin embargo, ayudan a que este planeta sobreviva un poco más. La empresa conserva un organigrama basado en las relaciones personales y en la elección de los mejores profesionales sin que el género suponga un obstáculo. Fueron pioneros en implantar el currículum ciego. Llevan años en el mercado adaptándose y reinventándose sin pervertir su esencia. Me encantó desde el principio. ¡Tengo un pálpito!
La idea fue de Helena, porque estos zoquetes —sobre todo José— decían que si una cosa funciona bien como está, para qué tantas tonterías ecológicas. Se merece una colleja por eso.
Me voy por las ramas, todo esto para decir que estoy emocionada. Después de mucho tiempo con los preparativos, en muy pocos días empiezan las obras. El solar tiene un emplazamiento incluso mejor que el actual porque, aunque la esencia sigue siendo la misma —una comunidad de vecinos en torno a un espacio central—, en este caso dos de sus partes lindan directamente con el acantilado, así que tendrá unos magníficos balcones cara al mar. En la parte central decidieron que, dado que no se va a construir un apartamento como el mío, ubicarían una piscina y un solárium, añadiendo así más atractivo. Qué envidia me dan. Esas horitas muertas al sol con un cóctel…
Los planos son muy bonitos —será porque son idénticos al diseño que yo hice— y los materiales en armonía con los originales, pero más modernos y eficientes. Directamente van a poner los paneles solares, un quebradero de cabeza menos para Carlos, aunque es una faena porque ahora ya sabe colocarlos.
En cuanto a los inquilinos de los apartamentos originales, se han renovado casi todos. Incluso se han hecho algunas reformas. El uno B y el dos A, que eran los apartamentos de Carlos y Helena, respetivamente, los unieron en uno para así tener más espacio para vivir y ampliar la familia, si fuera necesario. José se asentó en el uno A, que era el mío, y lo reformó y lo adaptó a su gusto. Me encanta que él lo ocupe, ¡quién mejor!, es como mi segundo hijo. Además, lo ha puesto muy moderno con eso de la robótica o domótica, o no sé qué, eso de encender las luces con una palmada o cerrar las persianas con un silbido.
En el dos B vive un chico muy mono que estudia veterinaria. Es jovencito, con no más de diecinueve. Sus padres le han pagado el alquiler de un año para que estudie y se saque la carrera. No querían que viviera en pleno centro, por eso de que tendría acceso a las fiestas y todo ese tipo de cosas que pudieran distraerlo de su objetivo último. Realmente, no han arreglado mucho, pues el chico ha sabido buscarse la vida y se ha agenciado una motillo pequeña y está todo el día para arriba y para abajo. Veremos si termina la carrera. Vodka va a verlo muy a menudo porque le da chucherías. Se lo seduce con poco.
En el tres A vive el matrimonio que ocupaba el dos A. Cuando Carlos y Helena volvieron a estar juntos, les pidieron el favor de que se mudasen a alguno de los otros que estaban libres. Son muy comprensivos y accedieron. El bebé que tienen es una monería, la pequeña Luna ya casi camina sola. Me divierte y me da mucha alegría ver cómo la nueva vida se abre paso. Respecto a los padres, Sonia es médica en el Hospital Central —siempre es bueno contar con un médico cerca— y Emilio cuida de la casa y de Luna. Es todo un padrazo que me hace pensar en que aún hay posibilidades para la igualdad entre hombres y mujeres.
En el tres B vive un señor viudo que no da ruido ninguno, está jubilado y se ha venido a la costa a disfrutar de un merecido descanso. Está de muy buen ver, ¡ay, si yo pudiera y él se dejara!
El cuatro A lo usan como apartamento turístico. Lo ocupan parejas jóvenes que vienen a disfrutar de sus vacaciones estivales. En realidad, así se les saca más dinero, pero a nosotros —como si yo pudiera decidir— nos gusta más la estabilidad y conocer a las personas que nos habitan. Menos mal que mis niños tienen un criterio tan bueno como el mío.
El último se lo ha quedado Alicia. Ella vive con su pareja en un piso muy bonito en el centro, es una urbanita. Últimamente aparece poco por los apartamentos. Creo que por eso Carlos insistió en que debía elegir uno, la familia debe permanecer unida. Le dio tanto la lata que por no escucharlo accedió. Es una artimaña de mi hijo para mantenerla ligada a ellos. Mi hijo es como yo, no le gusta tener a sus amigos lejos y si los considera familia, menos. Eligió el cuarto B porque le permite intimidad, además de ser el que quedaba libre en esos momentos.
Estoy rodeada por un montón de buenas personas. Me reafirmo en la idea de que mi hijo y Helena son unos buenos gerentes, y mi José y mi Alicia tendrán una buena vida como yo me llamo Josephine.
Debo idear la forma de intervenir en sus vidas, no me voy a quedar indiferente. Mi pequeño amigo y yo haremos todo lo que esté en nuestras manos, como siempre lo hemos hecho, para conseguir que todos sean felices.






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