"Buitres" - de Vecca Preetz

Todos tememos de la vida en algún momento. 
El miedo a quedarnos solos. Miedo a llegar a viejos.
Cuando estemos viejos y el fantasma merodee cerca nuestro, como un buitre hambriento que revolotea sobre nuestra cabeza, esperando a que dejemos de movernos, justo ahí, el miedo se instala. 
Los amigos han partido y no precisamente en un tour de vacaciones. Se han subido en el tren del olvido inevitable. 
Entonces, sentados en un rincón de la casa observamos la rutina que nos envuelve, tratando de hacernos invisibles, de pasar desapercibidos, sacamos las fotos viejas para que no sea tan cruel haber vivido. 
Nadie quiere oírnos cuando somos viejos. Nada interesante que escuchar ni nada interesante que decir. Es más importante subir el volumen de la televisión que el volumen de nuestros sentidos. Y es ahí, justo en ese momento, cuando el buitre se queda atento a nuestros movimientos. Vuela en círculos midiendo la distancia justa para arremeter contra nuestros ojos y cegarnos el destino. 
Y así, nadie querrá acercarse a mirar el festín que se tragó la soledad y nos dejó malheridos. Es tan fácil ignorar a un viejo y tan letal. 
Nadie quiere llegar a viejos, pero todos llegamos en algún momento. La soledad se convierte en cenizas cuando alguien te da la mano. 
Si tienes abuelos en tu casa, y está sentado en un rincón, desconecta una hora por día tu wifi, tómale la mano y acércate a conversar. No te das una idea la cantidad de buitres que espantarás de su cabeza.





No hay comentarios:

Publicar un comentario